Comentario
Las dificultades demográficas afectaron duramente al Imperio y a sus vecinos balcánicos, de modo que las conquistas turcas ocurrieron sobre países muy dañados por aquella situación, a la que se añadían la delicuescencia del poder político, las destrucciones de la guerra y el deterioro de la capacidad económica y de los antiguos equilibrios sociales. En las ciudades, las clases medias (mesoi) de artesanos y comerciantes disminuyeron ante el aplastante predominio mercantil de los occidentales, de quienes dependía el abastecimiento de cereales y otros productos básicos. En general, el número de los pobladores descendió, salvo en algunas plazas especialmente favorecidas por el comercio o protegidas contra las agresiones: Dubrovnik y Split, en la costa dálmata; Candía en Creta, bajo dominio veneciano. Pero Constantinopla tendría unos 40.000 habitantes en 1453, y Salónica, que contaba con 40.000 en 1423, bajo protección veneciana, estaba casi vacía, con unos 7.000, cuando los otomanos la conquistaron en 1430.
La economía campesina sufrió con el abandono de tierras cultivadas y, sobre todo, con la polarización de las situaciones sociales: de un lado, parecos cultivadores; de otro, aumento de las diversas formas de gran propiedad, pues la de tipo mediano o pequeño casi desapareció, salvo en algunas zonas de Dalmacia. El pareco como usufructuario del dominio útil a perpetuidad mantuvo su estatuto jurídico, pero también la pesada carga de tributos al fisco y de pago de renta o epitelia al propietario. Su numero aumentó y también, de hecho, su adscripción a la tierra, pues sólo así tenía trabajo seguro, situación que no alcanzaba a jornaleros y asalariados aunque la escasez de mano de obra creaba, en aquel aspecto, condiciones algo más favorables.
Tiene gran importancia la consolidación y aumento de una clase de grandes propietarios en aquellos siglos, porque sus miembros constituyeron la aristocracia social interlocutora de los nuevos dominadores políticos, occidentales en unos casos, otomanos más a menudo. Tanto la debilidad del poder imperial como la crisis económica y el hundimiento de la mediana y pequeña propiedad favorecieron su desarrollo. Muchas tierras tenidas en pronoia se patrimonializaron, con lo que el fenómeno creció todavía más. Así, por ejemplo, en la Morea dominada por diversos poderes latinos o griegos, los grandes propietarios o archontes privatizaron muchas tierras pronoiairas prevaliéndose de lo necesaria que era su fidelidad y colaboración. Desde finales del siglo XIII el régimen de pronoia se difundió también en Serbia y Bulgaria (pronija), donde pronto fue hereditario y divisible su usufructo, con lo que la noción de que eran tierras públicas desapareció más rápidamente que en Grecia, sustituida por una red de derechos y obligaciones que favorecía a los aristócratas. Algo similar ocurriría en Rusia desde 1470 (cesiones en pomiechtchie). En general, la dependencia campesina y la degradación de su situación social aumentaron, y así permanecieron durante siglos, con aquellas situaciones de oscurecimiento de los vínculos políticos y jurídicos públicos y de pérdida o alejamiento de cualquier posibilidad de acceso a la propiedad de la tierra.